Lucas 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"
— Comentario por la Orden Carmelita
Ayer iniciamos la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza. Hasta ahora la liturgia diaria seguía el evangelio de Marcos, paso a paso. A partir de ayer y hasta el día de Pascua, la secuencia de las lecturas diarias sigue la tradición antigua de la cuaresma con sus lecturas propias, que nos ayudarán a entrar en el espíritu de la cuaresma y en la preparación de la Pascua.
Desde el primer día, se nos sitúa ante el misterio de la Pasión, la Muerte y Resurrección del Señor y su significado para nuestra vida. Es lo que nos propone el texto del evangelio de hoy. El texto habla de pasión, muerte y resurrección de Jesús y afirma que el seguimiento de Jesús implica cargar con la cruz.
Poco antes, en Lucas 9,18-21, Jesús había preguntado: “¿Quién dice la gente que soy?”. Los apóstoles respondieron mostrando las diversas opiniones: “Juan Bautista, Elías o uno de los antiguos profetas”.
Después de oír las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy?” Pedro respondió: “¡El Cristo de Dios!”, es decir, aquel que el pueblo ¡está esperando! Jesús estuvo de acuerdo con Pedro pero prohibió hablar sobre esto a la gente. ¿Por que Jesús lo prohíbe?
Todos esperaban al mesías, pero cada uno a su manera: algunos como rey, otros como sacerdote, guerrero, juez, o profeta. Jesús piensa de forma distinta. Se identifica como el mesías servidor y sufriente, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 52,13-53,12).
Primer anuncio de la pasión:
Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Servidor y Sufriente que anunció Isaías. Por eso, será perseguido y morirá ejerciendo su misión de justicia (Is 49,4-9; 53,1-12).
Lucas acostumbra a seguir el evangelio de Marcos pero, en este episodio, omite la reacción de Pedro y la dura respuesta de Jesús: “¡Lejos de mí, Satanás, porque no piensas las cosas de Dios, sino de los hombres!” Satanás es una palabra hebraica que significa "acusador", aquel que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que Pedro lo aleje de su misión.
Condiciones para seguir a Jesús:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga”. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte con que los romanos castigaban a los criminales. Tomar la cruz y cargarla era lo mismo que aceptar ser marginado por el sistema que legitimaba la injusticia. Era lo mismo que romper con el sistema.
Como dice Pablo en la carta a los Gálatas: “El mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo” (Gal 6,14).
La Cruz no es fatalismo, ni es exigencia del Padre. La Cruz es la consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús de anunciar la Buena Nueva para cumplir la voluntad del Padre. Su anuncio resultaba revolucionario para algunos y, por eso, fue perseguido, condenado y crucificado. Jesús no tuvo miedo a dar su vida y no hay mayor amor que dar la vida por los hermanos.
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
Todos esperaban al mesías, cada uno a su manera: ¿cuál es el mesías que yo espero o que la gente espera?
La condición para seguir a Jesús es la cruz: ¿cómo respondo yo ante este sacrificio?
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"
— Comentario por la Orden Carmelita
Ayer iniciamos la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza. Hasta ahora la liturgia diaria seguía el evangelio de Marcos, paso a paso. A partir de ayer y hasta el día de Pascua, la secuencia de las lecturas diarias sigue la tradición antigua de la cuaresma con sus lecturas propias, que nos ayudarán a entrar en el espíritu de la cuaresma y en la preparación de la Pascua.
Desde el primer día, se nos sitúa ante el misterio de la Pasión, la Muerte y Resurrección del Señor y su significado para nuestra vida. Es lo que nos propone el texto del evangelio de hoy. El texto habla de pasión, muerte y resurrección de Jesús y afirma que el seguimiento de Jesús implica cargar con la cruz.
Poco antes, en Lucas 9,18-21, Jesús había preguntado: “¿Quién dice la gente que soy?”. Los apóstoles respondieron mostrando las diversas opiniones: “Juan Bautista, Elías o uno de los antiguos profetas”.
Después de oír las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy?” Pedro respondió: “¡El Cristo de Dios!”, es decir, aquel que el pueblo ¡está esperando! Jesús estuvo de acuerdo con Pedro pero prohibió hablar sobre esto a la gente. ¿Por que Jesús lo prohíbe?
Todos esperaban al mesías, pero cada uno a su manera: algunos como rey, otros como sacerdote, guerrero, juez, o profeta. Jesús piensa de forma distinta. Se identifica como el mesías servidor y sufriente, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 52,13-53,12).
Primer anuncio de la pasión:
Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Servidor y Sufriente que anunció Isaías. Por eso, será perseguido y morirá ejerciendo su misión de justicia (Is 49,4-9; 53,1-12).
Lucas acostumbra a seguir el evangelio de Marcos pero, en este episodio, omite la reacción de Pedro y la dura respuesta de Jesús: “¡Lejos de mí, Satanás, porque no piensas las cosas de Dios, sino de los hombres!” Satanás es una palabra hebraica que significa "acusador", aquel que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que Pedro lo aleje de su misión.
Condiciones para seguir a Jesús:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga”. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte con que los romanos castigaban a los criminales. Tomar la cruz y cargarla era lo mismo que aceptar ser marginado por el sistema que legitimaba la injusticia. Era lo mismo que romper con el sistema.
Como dice Pablo en la carta a los Gálatas: “El mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo” (Gal 6,14).
La Cruz no es fatalismo, ni es exigencia del Padre. La Cruz es la consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús de anunciar la Buena Nueva para cumplir la voluntad del Padre. Su anuncio resultaba revolucionario para algunos y, por eso, fue perseguido, condenado y crucificado. Jesús no tuvo miedo a dar su vida y no hay mayor amor que dar la vida por los hermanos.
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
Todos esperaban al mesías, cada uno a su manera: ¿cuál es el mesías que yo espero o que la gente espera?
La condición para seguir a Jesús es la cruz: ¿cómo respondo yo ante este sacrificio?
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