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sábado, 30 de enero de 2016

Marcos 4,35-41: Sin mí no podéis hacer nada, por Fray Manuel Santos Sánchez, O.P.

Marcos 4,35-41

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla." Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio, cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se decían unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!"

— Comentario de Fray Manuel Santos Sánchez, Real Convento de Predicadores, Valencia, España.

A la luz de los XXI siglos de cristianismo, podemos leer mejor el evangelio de hoy. Jesús no ha dejado que su barca con sus seguidores se hunda. Y hay que reconocer que la han azotado tormentas y tsunamis fuertes. Ahí están, como acabamos de decir, nuestros pecados, nuestras incoherencias, nuestras traiciones, puesto que a la de Judas le han seguido bastantes más.

Por citar una de las que últimamente han salido a la luz: los casos de sacerdotes pederastas. Ahí están las divisiones entre unas iglesias y otras. Ahí está el matar y quemar a hombres en nombre de Jesucristo, lo contrario que ocurrió en la cruz, donde unos hombres mataron a Cristo.

Ahí están los ataques desde fuera, a veces con una gran carga de violencia, causando, desde el principio a nuestros días, a cristianos martirizados… ¿Por qué no se ha hundido esta barca, que es la Iglesia? No hay más que una sola explicación: porque Cristo Jesús sigue con nosotros, sigue actuando, y no nos ha dejado huérfanos.

A la vista de estos XXI siglos de andadura cristiana reconocemos la verdad que encierran las palabras de Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada”. Nuestro corazón admirado, como los discípulos del evangelio de hoy ante la actuación de Jesús, le rinde agradecimiento y adoración.

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