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lunes, 11 de enero de 2016

1 Samuel 1,9-20: Que se cumpla lo que has pedido, por la Hna. Gabriela Martínez, O.P.

1 Samuel 1,9-20

En aquellos días, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla junto a la puerta del templo del Señor, Ana se levantó y, desconsolada, rezó al Señor deshaciéndose en lágrimas e hizo este voto: "Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu esclava, si te acuerdas de mí y no me olvidas, si concedes a tu esclava un hijo varón, se lo ofreceré al Señor para toda la vida y la navaja no pasará por su cabeza". Mientras repetía su oración al Señor, Elí la observaba. Ana hablaba para sus adentros: movía los labios, sin que se oyera su voz. Elí, creyendo que estaba borracha, le dijo: "¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Devuelve el vino que has bebido". Ana respondió: "No es eso, señor; no he bebido vino ni licores; lo que pasa es que estoy afligida y me desahogo con el Señor. No me tengas por una mujer perdida, que hasta ahora he hablado movida por mi gran desazón y pesadumbre".Entonces dijo Elí: "Vete en paz. Que el Señor de Israel te conceda lo que le has pedido". Y ella respondió: "Que tu sierva halle gracia ante ti".La mujer se marchó, comió, y se transformó su semblante. A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer, Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: "¡Al Señor se lo pedí!"

— Comentario de Hna. Mariela Martínez Higueras O.P., Congregación de Santo Domingo 
“Qué se cumpla lo que has pedido”

La primera lectura nos presenta a una mujer, como otras muchas, que forman parte de la Historia de la salvación. De ella se nos dice su identidad y la situación en la que vive: su nombre, Ana; una de las dos mujeres de Elcaná. Ana no ha podido tener hijos, lo que da pie a la otra mujer de Elcaná, Peniná, se burle de ella (1 Sm 1,1-8).

Frente a esto, no había mucho que hacer. A la situación biológica de su esterilidad, el redactor añade una causa teológica: Yahvé había cerrado su seno (1 Sm 1,5). Se supondría el conformismo y la aceptación; sin embargo Ana no se resigna, es una mujer rebelde ante la situación en la que se encuentra y usa la única “arma” posible. Si la causa de esta situación que la hace tan desdichada viene de Dios, habrá que pedir a Dios que la solucione.

Aprovecha la visita anual de su marido al santuario de Siló y se dirige a Dios llorando sin consuelo, para hacer un pacto con Él. Le pide un hijo a cambio de consagrárselo. El sacerdote Elí que la escucha actúa como mediador, como profeta: “qué se cumpla lo que has pedido”. El Señor realiza la promesa hecha por boca de Elí y así nace Samuel (último juez de Israel).

El relato muestra, en este caso a través de una mujer inconformista y confiada, que para Dios es posible lo que parecía imposible. En presencia de Dios, la vida se abre camino. ¿Qué camino me ha abierto el Señor que parecía imposible de recorrer?

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