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miércoles, 21 de octubre de 2015

Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro (Lucas 16:19-31), por Agustín Fabra

Lucas 16:19-31

‘Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y gritando dijo: Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estor atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre vosotros y nosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no pueden; ni de ahí pueden pasar donde nosotros. Replicó: Con todo, te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio y no vengan también ellos a este lugar de tormento. Díjole Abraham: Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan. Él dijo: No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán. Le contestó: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite’.

— Presentación

Una vez más es San Lucas quien nos transmite una de las más bellas parábolas de Jesús: la del pobre Lázaro y el rico epulón. Es una escena que a cada minuto del día se repite en el mundo actual, y a la que quizás muchos se hayan ya acostumbrado.

La cuestión de los pobres y los ricos es uno de los grandes temas que caracterizan el Evangelio de Lucas. Sus significados y alcances se trataron largamente en la historia del cristianismo.

— Epulón

La palabra ‘epulón’ no es un nombre propio, sino que es el título de una persona que pertenecía a los ‘epulones’, un grupo que formaba el último de los cuatro colegios sacerdotales de la Antigua Roma.

Los epulones dirigían los ‘épulos’ o convivios que se hacían a los dioses para aplacar su ira, y tenía demás a su cuidado el advertir los defectos o faltas ceremoniales que se pudieran cometer en los sacrificios.

El Diccionario de la RAE describe la palabra ‘epulón’ como un hombre que come y se regala mucho. La parábola no le pone nombre al rico, pero la tradición de la Iglesia le llama ‘epulón’ por la vida regalada con que se le describe.

— Lázaro

Esta es la única de las parábolas que contiene un nombre propio: el del pobre Lázaro, cuyo nombre significa ‘Dios ayuda’. Aunque en el texto bíblico no se indica directamente, se asoció al pobre Lázaro con un enfermo de lepra, en razón de la presencia de llagas en su cuerpo, de donde derivó el término ‘lazareto’, el hospital o casa donde eran recluidas las personas con enfermedades infecciosas en general, y con lepra en particular.

Así, por derivación de la palabra del Evangelio de Lucas, Lázaro es considerado el patrón de los mendigos, de los leprosos, y de todos aquellos que padecen úlceras o enfermedades de la piel. En la iconografía se le representa acompañado por perros que le lamen las llagas.

— Las interpretaciones

La parábola muestra el comportamiento antiético del rico epulón con el pobre Lázaro, al que hizo referencia uno de los escritores más destacados del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo y Villegas, en los siguientes términos:

‘A las puertas del rico avariento y glotón siempre es desprecio de sus umbrales al pobre, a quien no sólo niega su mesa lo que tiene, sino lo que se le cae. No hubiera pobre sin socorro, sino hubiera avariento sin caridad. Empero venían los perros y lamíanle las llagas. Veis aquí los perros curando las llagas del pobre, y al rico acrecentándolas. Veis aquí a Lázaro que convida a sus llagas a los perros, y al rico que niega de su mesa las migajas que da a sus perros. ¡Considerad cuánto peor y más rabiosa es el hambre avarienta, que el hambre canina!’.

El biblista Luis H. Rivas sostiene que los detalles de esta parábola contienen elementos alegóricos. A modo de ejemplo podemos citar los siguientes:

– El rico sería el pueblo judío, que tiene por padre a Abraham, y a Moisés representando la Toráh. Además tiene a los Profetas, es decir, a los libros proféticos o Nevi’im. A pesar de ello este pueblo no aceptó el mensaje de resurrección de Jesús.

– Ese pueblo es rico porque recibió una gran cantidad de bienes por parte de Dios: la elección, la alianza, los mandamientos, el culto y la predilección de Dios.

– Los pobres serían los no judíos, quienes no recibieron nada de eso.

— Iconografía y patronazgo

Iconográficamente, la representación de perros lamiéndole las llagas le hacen similar a San Roque, santo patrón de los afectados por la peste, aunque no existe relación alguna entre ambos.

Pero el patrón y protector de hospitales, leprosos, enfermeros y sepultureros, es Lázaro de Betania, el personaje evangélico, hermano de Marta y de María, y amigo de Jesús de Nazaret, a quien éste resucitó (Juan 11:1-44).

— Conclusión

Este Evangelio de Lucas no hace referencia tan solo a la desigualdad en la distribución de los bienes materiales que hay en el mundo, y a la necesaria solidaridad y caridad cristianas, sino que es un reflejo de la trascendencia de la vida humana.

No hemos sido creados para este mundo pasajero y limitado, sino para la vida eterna. El que se apega a las cosas materiales, como el rico epulón, se verá despojado de todo tras la muerte, pues lo único que ha acumulado en vida, las riquezas, también perecerán.

Sin embargo, lo que propone Jesús con esta parábola del rico epulón y el pobre Lázaro, es vivir en este mundo con los ojos y el alma puestos en el cielo; nuestra verdadera patria y nuestro verdadero fin.

¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios’ (Lucas 18:24-25) ‘Pero ¡ay de vosotros, los ricos! Porque habéis recibido vuestro consuelo’   (Lucas 6:24)

SOBRE EL AUTOR: Agustín Fabra
Nací en Sabadell (Barcelona) pero actualmente resido en Florida (USA). Redacto diversos textos para la Diócesis de Palm Beach y también doy Talleres en varias parroquias de la Diócesis a Ministros de la Eucaristía y a Lectores. Agustín Fabra, afabrag.blog@gmail.com, es autor, editor y responsable del Blog Vida en abundancia, alojado en el espacio web de www.religionenlibertad.com

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