Lucas 13,31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte." Él contestó: "Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios: pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."
Comentario por la Orden Carmelita:
Claves de lectura
— “Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos” (v. 31a):
El texto conecta con el que lo precede –“Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (v. 23) y Jesús responde, “Esforzaros por entrar por la puerta angosta; porque muchos intentarán entrar y no podrán” (v. 24). Y advirtió, “Será el llanto y crujir de dientes cuando veáis a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios y vosotros excluidos. Vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán en la mesa del reino de Dios. Y he aquí, que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (vv. 28-30).
—“Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar” (v. 31b):
Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, es hijo de Herodes el Grande. El padre intentó matar a Jesús en su infancia (Mateo 2:16-18). Ahora, estos fariseos avisan a Jesús de que el hijo, Antipas, también quiere matarle.
Algunos autores dicen que son fariseos hostiles a Jesús. Recuerdan lo que Lucas había dicho sobre los fariseos: “Acechándole y procurando escuchar algo de su boca para acusarle” (11:54), mientras que Herodes había mostrado interés en ver a Jesús (9:9).
Otros piensan que estos fariseos presionan a Jesús para que vaya a Judea donde ellos tienen más influencia y podrán controlar a Jesús.
Algunos autores creen que estos fariseos quieren proteger a Jesús. Herodes ya había ejecutado a Juan Bautista (9:9). Los fariseos no siempre se oponen a Jesús según Lucas: almuerza con ellos en sus casas (7:36; 11:37; 14:1), aunque es evidente que a los fariseos les preocupa la falta de ortodoxia de Jesús.
Otros fariseos en el Evangelio de Lucas:
• José de Arimatea es un discípulo secreto que se asegura de que Jesús sea enterrado de manera adecuada. Es miembro del consejo (23:50) y seguramente es fariseo.
• Gamaliel convence al consejo de no matar a los apóstoles debido a la posibilidad de que sea obra de Dios (Hechos 5:34-39).
• Lucas describe a los fariseos como creyentes (Hechos 15:5).
• El Apóstol Pablo, dirigiéndose a fariseos, dice: “Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseo” (Hechos 23:6).
Sin embargo, nuestra comprensión del texto no depende de que sea Herodes, los fariseos, o ambos los que ponen en peligro la vida de Jesús. Jesús, en realidad, ni huye de Herodes ni permite que los fariseos cancelen su misión.
— “Hoy y mañana, y al tercer día soy consumado” (v. 32):
Los planes de Herodes y de los fariseos no se “consumarán” (realizarán). No hay político o dictador que puede impedir el cumplimiento del plan de Dios. Jerusalén es el lugar reservado para el sacrificio de Jesús.
— “Id y decid a aquella zorra” (v. 32a):
En la literatura clásica griega, “zorra” hace referencia a una persona ingeniosa y astuta. En la literatura rabínica, la palabra zorra es a menudo una palabra de desprecio.
— “Al tercer día” (v. 32b):
Lucas utiliza la expresión “al tercer día” para referirse a la resurrección de Jesús (9:22; 18:33; 24:7, 21, 46; Hechos 10:40). El lector escucha este versículo en el contexto de la resurrección.
— “Soy consumado”, “llego a mi término”... (v. 32b):
Tteleioumai, de teleioo: Se puede traducir de varias maneras: “terminaré”, “cumpliré lo que debo hacer”, “seré consumado”, “llego a mi término”. Es la misma palabra que Jesús utiliza en la cruz cuando dice “todo se ha cumplido”, “todo se ha consumado” (Jn 19:30). La combinación de “al tercer día” y “teleioumai” señala a la cruz.
— “Pero es menester que ("dei") hoy y mañana y pasado mañana camine” (“poreuomai”: me vaya) (v. 33a):
El griego “dei” implica la voluntad de Dios. El uso de “dei” como imperativo divino es un tema recurrente en el Evangelio de Lucas (2:49; 4:43; 9:22; 17:25; 19:5; 22:37; 24:7, 26, 44) y en Hechos (1:22; 5:29; 9:16; 26:23): Jesús no es una víctima de la casualidad o del azar.
Variaciones del verbo griego “poreuomai”, “irse”, aparecen tres veces en los versículos 31-33. Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya (v. 31). Jesús les dice que “vayan y digan a aquella zorra” (v. 32); y Jesús dice que “me voy¨ porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (v. 33).
Se trata de un interesante juego de palabras que pasa desapercibido en algunas traducciones. Y es que aunque Jesús “se vaya,” como le aconsejan estos fariseos, su marcha no se debe a que su vida está en peligro. Jesús “se marcha” para cumplir el propósito divino de su misión: a saber, “porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (v. 33b)
— “¡Jerusalén, Jerusalén! que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían” (v.34)
Este lamento por Jerusalén es el primero de cuatro en el Evangelio de Lucas (13:31-35; 19:41-44; 21:20-24; 23:27-31). La ciudad ha rechazado a los profetas y enviados de Dios.
A menudo la repetición de un nombre expresa tristeza, dolor y gran frustración: “¡Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalom, hijo mío, hijo mío!” (2 Samuel 18:33), “Marta, Marta” (10:41), “Simón, Simón” (22:31).
Jesús se lamenta debido a la frustrada relación de Dios con Jerusalén. Recuerda al lamento de Jeremías cuando declaró el juicio de Dios sobre Jerusalén. Cuando Jesús llega a Jerusalén llora sobre ella “por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (19:41-44).
¡Note la ironía! Jerusalén es la Ciudad Sagrada, la Ciudad de David, el prototipo de la ciudad de Dios, lugar del templo y destino de las peregrinaciones judías. Sin embargo, Jesús dice “que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían”. El tentador sabe de la fuerza que tienen la alabanza y la peregrinación y concentra aquí sus fuerzas para manipular lo que consideramos más sagrado. El tentador sigue concentrando ahí sus fuerzas: en lo sagrado. Cuando creemos que hemos llegado lo bastante cerca de Dios, entonces, Satanás comienza a hacer de la suyas entre los creyentes; por eso, el lamento de Jesús sobre Jerusalén es muy instructivo para todos los creyentes.
— “¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gallina sus pollitos bajo sus alas y no quisiste!” (v. 34b):
El salmista reza: “Habitaré en tu tabernáculo para siempre: Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” (Salmo 61:4). Jesús quiere proteger la ciudad; la tragedia es que Jerusalén no acepta su protección.
— “Vuestra casa se quedará vacía” (v. 35a):
En el año 587 a.C., Jerusalén fue arrasada por Babilonia. Muchos habitantes murieron y los sobrevivientes sufrieron el exilio. Finalmente, a unos pocos se les permitió regresar. El exilio resultó ser juicio y purificación para el pueblo de Dios.
Ahora Jesús dice que Jerusalén será abandonada de nuevo. Más adelante, Jesús llorará por ella: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este día lo que toca a tu paz! Más ahora están cubiertos tus ojos. Porque vendrán días en que tus enemigos te pondrán cerco y te derribarán con tus hijos dentro de ti. No dejarán piedra sobre piedra porque no conociste el tiempo de tu visitación” (19:41-44).
Camino del Calvario les dirá a mujeres que se lamentan: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos pues vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no criaron. Entonces dirán a los montes: caed sobre nosotros; y a los collados: cubridnos” (23:28-30).
Cuando Lucas escribe estas palabras Jerusalén ya estaba en ruinas. En el año 68 d.C., respondiendo a una sublevación judía, Vespasio atacó la ciudad. Titos, hijo de Vespasio, destruyó Jerusalén en el 70 d.C. Tras otra sublevación judía en 132-135 d.C., Adriano construye una ciudad romana en Jerusalén: una ciudad que prohibirá a judíos.
— “Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (v. 35b):
La cita es de Salmo 118:26. Con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén escucharemos estas palabras de nuevo. Pero no será Jerusalén sino los discípulos los que dicen, “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!” (19:37-38).
El énfasis de este pasaje no recae en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén durante el Domingo de Ramos sino en su “parousia” (segunda venida). Esta bendición se puede interpretar de manera positiva pues, para entonces, Israel se habrá dirigido al Señor con fe o, de manera negativa, porque serán forzados a reconocerle en el día final del juicio cuando ya será demasiado tarde para su salvación.
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte." Él contestó: "Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios: pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."
Comentario por la Orden Carmelita:
Claves de lectura
— “Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos” (v. 31a):
El texto conecta con el que lo precede –“Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (v. 23) y Jesús responde, “Esforzaros por entrar por la puerta angosta; porque muchos intentarán entrar y no podrán” (v. 24). Y advirtió, “Será el llanto y crujir de dientes cuando veáis a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios y vosotros excluidos. Vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán en la mesa del reino de Dios. Y he aquí, que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (vv. 28-30).
—“Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar” (v. 31b):
Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, es hijo de Herodes el Grande. El padre intentó matar a Jesús en su infancia (Mateo 2:16-18). Ahora, estos fariseos avisan a Jesús de que el hijo, Antipas, también quiere matarle.
Algunos autores dicen que son fariseos hostiles a Jesús. Recuerdan lo que Lucas había dicho sobre los fariseos: “Acechándole y procurando escuchar algo de su boca para acusarle” (11:54), mientras que Herodes había mostrado interés en ver a Jesús (9:9).
Otros piensan que estos fariseos presionan a Jesús para que vaya a Judea donde ellos tienen más influencia y podrán controlar a Jesús.
Algunos autores creen que estos fariseos quieren proteger a Jesús. Herodes ya había ejecutado a Juan Bautista (9:9). Los fariseos no siempre se oponen a Jesús según Lucas: almuerza con ellos en sus casas (7:36; 11:37; 14:1), aunque es evidente que a los fariseos les preocupa la falta de ortodoxia de Jesús.
Otros fariseos en el Evangelio de Lucas:
• José de Arimatea es un discípulo secreto que se asegura de que Jesús sea enterrado de manera adecuada. Es miembro del consejo (23:50) y seguramente es fariseo.
• Gamaliel convence al consejo de no matar a los apóstoles debido a la posibilidad de que sea obra de Dios (Hechos 5:34-39).
• Lucas describe a los fariseos como creyentes (Hechos 15:5).
• El Apóstol Pablo, dirigiéndose a fariseos, dice: “Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseo” (Hechos 23:6).
Sin embargo, nuestra comprensión del texto no depende de que sea Herodes, los fariseos, o ambos los que ponen en peligro la vida de Jesús. Jesús, en realidad, ni huye de Herodes ni permite que los fariseos cancelen su misión.
— “Hoy y mañana, y al tercer día soy consumado” (v. 32):
Los planes de Herodes y de los fariseos no se “consumarán” (realizarán). No hay político o dictador que puede impedir el cumplimiento del plan de Dios. Jerusalén es el lugar reservado para el sacrificio de Jesús.
— “Id y decid a aquella zorra” (v. 32a):
En la literatura clásica griega, “zorra” hace referencia a una persona ingeniosa y astuta. En la literatura rabínica, la palabra zorra es a menudo una palabra de desprecio.
— “Al tercer día” (v. 32b):
Lucas utiliza la expresión “al tercer día” para referirse a la resurrección de Jesús (9:22; 18:33; 24:7, 21, 46; Hechos 10:40). El lector escucha este versículo en el contexto de la resurrección.
— “Soy consumado”, “llego a mi término”... (v. 32b):
Tteleioumai, de teleioo: Se puede traducir de varias maneras: “terminaré”, “cumpliré lo que debo hacer”, “seré consumado”, “llego a mi término”. Es la misma palabra que Jesús utiliza en la cruz cuando dice “todo se ha cumplido”, “todo se ha consumado” (Jn 19:30). La combinación de “al tercer día” y “teleioumai” señala a la cruz.
— “Pero es menester que ("dei") hoy y mañana y pasado mañana camine” (“poreuomai”: me vaya) (v. 33a):
El griego “dei” implica la voluntad de Dios. El uso de “dei” como imperativo divino es un tema recurrente en el Evangelio de Lucas (2:49; 4:43; 9:22; 17:25; 19:5; 22:37; 24:7, 26, 44) y en Hechos (1:22; 5:29; 9:16; 26:23): Jesús no es una víctima de la casualidad o del azar.
Variaciones del verbo griego “poreuomai”, “irse”, aparecen tres veces en los versículos 31-33. Los fariseos aconsejan a Jesús que se vaya (v. 31). Jesús les dice que “vayan y digan a aquella zorra” (v. 32); y Jesús dice que “me voy¨ porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (v. 33).
Se trata de un interesante juego de palabras que pasa desapercibido en algunas traducciones. Y es que aunque Jesús “se vaya,” como le aconsejan estos fariseos, su marcha no se debe a que su vida está en peligro. Jesús “se marcha” para cumplir el propósito divino de su misión: a saber, “porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (v. 33b)
— “¡Jerusalén, Jerusalén! que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían” (v.34)
Este lamento por Jerusalén es el primero de cuatro en el Evangelio de Lucas (13:31-35; 19:41-44; 21:20-24; 23:27-31). La ciudad ha rechazado a los profetas y enviados de Dios.
A menudo la repetición de un nombre expresa tristeza, dolor y gran frustración: “¡Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalom, hijo mío, hijo mío!” (2 Samuel 18:33), “Marta, Marta” (10:41), “Simón, Simón” (22:31).
Jesús se lamenta debido a la frustrada relación de Dios con Jerusalén. Recuerda al lamento de Jeremías cuando declaró el juicio de Dios sobre Jerusalén. Cuando Jesús llega a Jerusalén llora sobre ella “por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (19:41-44).
¡Note la ironía! Jerusalén es la Ciudad Sagrada, la Ciudad de David, el prototipo de la ciudad de Dios, lugar del templo y destino de las peregrinaciones judías. Sin embargo, Jesús dice “que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían”. El tentador sabe de la fuerza que tienen la alabanza y la peregrinación y concentra aquí sus fuerzas para manipular lo que consideramos más sagrado. El tentador sigue concentrando ahí sus fuerzas: en lo sagrado. Cuando creemos que hemos llegado lo bastante cerca de Dios, entonces, Satanás comienza a hacer de la suyas entre los creyentes; por eso, el lamento de Jesús sobre Jerusalén es muy instructivo para todos los creyentes.
— “¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como la gallina sus pollitos bajo sus alas y no quisiste!” (v. 34b):
El salmista reza: “Habitaré en tu tabernáculo para siempre: Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” (Salmo 61:4). Jesús quiere proteger la ciudad; la tragedia es que Jerusalén no acepta su protección.
— “Vuestra casa se quedará vacía” (v. 35a):
En el año 587 a.C., Jerusalén fue arrasada por Babilonia. Muchos habitantes murieron y los sobrevivientes sufrieron el exilio. Finalmente, a unos pocos se les permitió regresar. El exilio resultó ser juicio y purificación para el pueblo de Dios.
Ahora Jesús dice que Jerusalén será abandonada de nuevo. Más adelante, Jesús llorará por ella: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este día lo que toca a tu paz! Más ahora están cubiertos tus ojos. Porque vendrán días en que tus enemigos te pondrán cerco y te derribarán con tus hijos dentro de ti. No dejarán piedra sobre piedra porque no conociste el tiempo de tu visitación” (19:41-44).
Camino del Calvario les dirá a mujeres que se lamentan: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos pues vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no criaron. Entonces dirán a los montes: caed sobre nosotros; y a los collados: cubridnos” (23:28-30).
Cuando Lucas escribe estas palabras Jerusalén ya estaba en ruinas. En el año 68 d.C., respondiendo a una sublevación judía, Vespasio atacó la ciudad. Titos, hijo de Vespasio, destruyó Jerusalén en el 70 d.C. Tras otra sublevación judía en 132-135 d.C., Adriano construye una ciudad romana en Jerusalén: una ciudad que prohibirá a judíos.
— “Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (v. 35b):
La cita es de Salmo 118:26. Con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén escucharemos estas palabras de nuevo. Pero no será Jerusalén sino los discípulos los que dicen, “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!” (19:37-38).
El énfasis de este pasaje no recae en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén durante el Domingo de Ramos sino en su “parousia” (segunda venida). Esta bendición se puede interpretar de manera positiva pues, para entonces, Israel se habrá dirigido al Señor con fe o, de manera negativa, porque serán forzados a reconocerle en el día final del juicio cuando ya será demasiado tarde para su salvación.
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