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jueves, 3 de septiembre de 2015

JUEVES DE LA 22 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I, por el papa Francisco

Colosenses 1,9-14
Salmo 97: El Señor da a conocer su victoria
Lucas 5,1-11

Colosenses 1,9-14

Hermanos: Desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar a Dios por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios. El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias al Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Salmo 97: El Señor da a conocer su victoria

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y de su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R. El Señor da a conocer su victoria

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.
R. El Señor da a conocer su victoria

Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
R. El Señor da a conocer su victoria

Lucas 5,1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro, y echad las redes para pescar." Simón contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes." Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador." Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres." Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron".

— Comentario por el papa Francisco

Es difícil decir «yo soy pecador», admitirlo, pero eso es lo que nos abre a Jesús, explica el Papa
Francisco, en la misa matinal de Santa Marta

En la medida que nos reconocemos pecadores, nos abrimos al asombro del encuentro con Jesús. Lo indicó el santo padre Francisco en la misa de este jueves por la mañana celebrada en la residencia Santa Marta.

El evangelio del día narra que Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano.

El Papa en su comentarlo señala la fe como un encuentro con Jesús y confía que le gusta pensar: "Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar”.

Hay dos modos de encontrar al Señor: el primero es el de Pedro, de los apóstoles y del pueblo. “El evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: se quedaron asombrados”. Y el pueblo “sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así”.

En cambio entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba al asombro entrar en sus corazones. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían; ´es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene´.

Los mismos demonios --observó el Papa-- confesaban que Jesús era el ´Hijo de Dios´, pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos “no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador”. Los demonios “llegan a decir la verdad sobre él”. Mientras que los doctores de la Ley si bien dice “es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros”, no dicen “Somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores”. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo.

Es fácil decir que Jesús es el Señor, difícil en cambio reconocerse pecadores. Es la diferencia entre la humildad del publicano que se reconoce pecador y la soberbia del fariseo que habla bien de sí mismo:

“Esta capacidad de decir que somos pecadores nos abre al estupor que nos lleva a encontrar verdaderamente a Jesucristo. También en nuestras parroquias, en la sociedad, entre las personas consagradas: ¿Cuántas son las personas capaces de decir que Jesús es el Señor?, muchas. Pero es difícil decir: ´Soy un pecador, soy una pecadora´. Es más fácil decirlo de los otros, ¿verdad? Cuando se dicen los chismes... Todos somos doctores en ésto, ¿verdad?

Para llegar a un verdadero encuentro con Jesús es necesaria una doble confesión: “Tu eres el hijo de Dios y yo soy un pecador”, pero no en teoría, sino por esto, por esto y por esto...”.

Pedro --indica el Papa-- después se olvida del estupor del encuentro y lo reniega. Pero porque “es humilde se deja encontrar por el Señor, y cuando sus miradas se encuentran él llora, vuelve a la confesión: Soy pecador”.

Y el Papa concluye: “El Señor nos de la gracia de encontrarlo y también de dejarnos que Él nos encuentre. Nos de la gracia hermosa de este estupor del encuentro.

Fuente: religionenlibertad.com

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