Zacarías 2,14-17, o bien, Apocalipsis 11,19;12,1-6.10
Salmo 95: Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones,
o bien, Judit 13: Tú eres la honra de nuestro pueblo.
Lucas 1,26-38, o bien, Lucas 1,39-48
Zacarías 2,14-17
Festeja y aclama, joven Sión, que yo vengo a habitar en ti -oráculo del Señor-. Aquel día se incorporarán al Señor muchos pueblos y serán pueblo mío; habitaré en medio de ti, y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor tomará a Judá como lote suyo en la tierra santa y volverá a escoger a Jerusalén. ¡Silencio todos ante el Señor, que se levanta en su santa morada!
O bien:
Apocalipsis 11,19;12,1-6.10
Salmo 95: Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor,
bendecid su nombre.
R. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Seño,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones
Decid a los pueblos: " El Señor es rey,
el afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente."
R. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones
O bien:
Judit 13, 18bcde. 19
R. Tú eres la honra de nuestro pueblo.
Que el Altísimo te bendiga,
más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito sea el Señor, creador de cielo y la tierra.
R. Tú eres la honra de nuestro pueblo
Hoy el Señor te ha engrandecido tanto,
que no dejarán de alabarte aquellos hombres
que se acuerdan en la tierra del poder de Dios.
R. Tú eres la honra de nuestro pueblo
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
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