Juan 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a sus voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."
— Comentario por M. Dolors Gaja, M.N.
LA IMAGEN DEL BUEN PASTOR
Es una de las más entrañables para la comunidad cristiana y la primera representación que tenemos de Cristo en el arte paleocristiano.
Nuestra liturgia está llena de referencias al Pastor, así se llaman los obispos y la actividad de la Iglesia es siempre pastoral. Sólo eso ya indica cuán profundamente caló la imagen en los primeros cristianos.
LOS PERSONAJES
En el relato de este domingo aparecen las ovejas, el ladrón, el pastor y el mercenario, es decir el que cuida de las ovejas sólo por dinero. Veamos cada uno de ellos.
LAS OVEJAS
De ellas se nos dan varias características que, por supuesto, debemos aplicarnos. Han sido llamadas al redil. Un redil al cual se accede por una puerta – el bautismo- Pero no están llamadas a permanecer cómodamente en el redil sino a salir fuera, ir a los márgenes (como dice el Papa) porque el Pastor tampoco se queda entre los suyos sino que sale, busca otras ovejas “que no son de este redil” pues desea “que sean uno” y que haya “un solo rebaño”. La evangelización es tarea de todos sabiendo siempre que es Jesús el que va delante, el que guía nuestra acción.
Las ovejas escuchan la voz de su Pastor, conocen el timbre y el tono de su voz y sólo le siguen a Él. De los extraños huyen pues conocen el amor de su Pastor y le son fieles. Se saben conocidas por su Pastor que las llama una a una y conoce su nombre, conoce su interioridad. Y ellas conocen al Pastor. ¡Qué definición tan bonita del cristiano! Es aquel que experimenta cómo Dios le conoce totalmente y, pese a todo, le ama entrañablemente; y por eso lo “conocen” y conociéndolo no pueden dejar de amarlo.
Pregúntate: ¿tengo conocimiento interno de Jesús? ¿Conozco, además de su vida, sus deseos, sus sentimientos, su dolor? ¿Distingo en mi vida diaria la voz de Jesús que me llama dulcemente por mi nombre? ¿rechazo por instinto otras voces?
EL LADRÓN
Los ladrones se cuelan en nuestra vida y, según este texto, “roban, matan y destruyen”. Que es lo que hace todo lo que nos aleja de Jesús, que es la Vida. Si siempre tuviera claro nuestro corazón quién es Pastor de vida y quién Pastor de Muerte, todo sería fácil. Pero con frecuencia las apariencias nos engañan…
EL MERCENARIO
Con apariencia de buen pastor es pastor de muerte. Porque es un asalariado que no ama más que el dinero y en caso de peligro, huye. Podríamos preguntarnos quizá si alguna vez actuamos como mercenarios, si dejamos de lado las personas que no responden a nuestras expectativas, si abandonamos el grupo cuando pasa por momentos difíciles, si sólo nos apuntamos a lo exitoso…Todos hemos sido mercenarios alguna vez. Reconocerlo es comenzar a dejar de serlo.
EL BUEN PASTOR
Entra por la puerta, conoce a las ovejas, las llama a cada una por su nombre, las guía a mejores pastos…Y después de todos estos actos que demuestran familiaridad y amor, llega la prueba final de éste: “Doy la vida por mis ovejas…y por las que todavía no son de este redil. Nadie me quita mi vida, la doy libremente”.
´Los primeros cristianos veían en este relato la transparencia de la pasión de Cristo. “Como oveja llevada al matadero…” Ese Pastor que va delante es a la vez oveja que sigue la Voluntad del padre y se entrega por nosotros. Es, en realidad, el Cordero de Dios. Jesús recitó toda su vida el salmo 23 para hablar con su Padre: “El Señor es mi pastor nada me falta….”
Nosotros lo recitamos pensando en Jesús. Léelo con calma y óralo:
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Concluimos el comentario con una oración de San Gregorio:
«¿Dónde pastoreas, Pastor bueno, tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo; llámame por mi nombre, para que yo escuche tu voz, y tu voz me dé la vida eterna. "Muéstrame, amor de mi alma, dónde pastoreas". Te nombro de este modo porque tu nombre supera cualquier otro nombre y cualquier inteligencia; de tal manera que ningún ser racional es capaz de pronunciarlo o de comprenderlo. Este nombre, expresión de tu bondad, expresa el amor de mi alma hacia ti. ¿Cómo puedo dejar de amarte a ti, que de tal manera me has amado que has entregado tu vida por mí? No puede imaginarse un amor superior a este: el de dar la vida para mi salvación». (S. Gregorio de Nisa. Homilía 2 sobre el Cantar de los Cantares)
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