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sábado, 6 de febrero de 2016

SÁBADO DE LA 4 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año II (Lecturas)

1 Reyes 3,4-13
Salmo 118: Enséñame, Señor, tus leyes
Marcos 6,30-34

1 Reyes 3,4-13  

En aquellos días, Salomón fue a Gabaón a ofrecer allí sacrificios, pues allí estaba la ermita principal. En aquel altar ofreció Salomón mil holocaustos. En Gabaón el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Respondió Salomón: "Tú le hiciste una gran promesa a tu siervo, mi padre David, porque caminó en tu presencia con lealtad, justicia y rectitud de corazón; y le has cumplido esa gran promesa, dándole un hijo que se siente en su trono: es lo que sucede hoy. Pues bien, Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?" Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Y te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama, mayores que las de rey alguno."

Salmo 118: Enséñame, Señor, tus leyes

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
R. Enséñame, Señor, tus leyes

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
R. Enséñame, Señor, tus leyes

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
R. Enséñame, Señor, tus leyes

Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
R. Enséñame, Señor, tus leyes

Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca.
R. Enséñame, Señor, tus leyes

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
R. Enséñame, Señor, tus leyes

Marcos 6,30-34

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco." Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

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