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lunes, 8 de abril de 2013

Sufrimiento, esperanza, amor

Ser cristiano es hacerse presente en el mundo, especialmente en los lugares de sufrimiento para inocular esperanza. ¿Qué esperanza? La que proviene de la Pascua. ¿Qué es la Pascua? Consiste en creer que Jesús murió y resucitó por obra del Espíritu Santo. Este acontecimiento abre la puerta a la esperanza.

La madre no engendra al hijo porque le gusta sufrir; lo engendra para darle la posibilidad de vivir y disfrutar de este mundo, pero desde antes de que el hijo nazca comienza a sufrir por él. Porque lo ama, sufre por él. La solución al sufrimiento no es dejar de amar porque el amor es el único motivo por el que vale la pena vivir. ¿Si no pudieramos amar de que nos serviría vivir? En la opción por Cristo, el verbo fundamental es amar, pero el que ama sufre y este sufrimiento nadie se lo puede ahorrar.

Liberarnos del sufrimiento no quiere decir liberarnos del deseo. El ser humano ha sido creado para amar y si deja de desear, entonces, deja de ser humano. El amor humano no puede evitar el sufrimiento propio y del prójimo. Podemos compartir el sufrimiento, podemos acompañar al que sufre, estar a su lado..., pero aunque queramos no podemos evitar a nadie la hora del sufrimiento.

La revolución no se lleva a cabo, ni es eficiente, si no tiene un fundamento profundo en el amor que nos da fuerza para sufrir. Solo este amor nos da vida, pero el amor es siempre sufrimiento, madura en el sufrimiento y da fuerza para sufrir por el bien.

Fuente: 
JESUCRIST 2.0. El cristianisme ara i aquí. 
Francesc Torralba. 
Raval Edicions, Portic. 
Barcelona, 2011

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