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martes, 13 de septiembre de 2022

Septiembre 13: San Juan Crisóstomo, Obispo y Doctor de la Iglesia



Doctor de la Iglesia, nació en Antioquía, aproximadamente en el 347, y murió en Comana en Ponto el 14 de septiembre de 407.

El nombre

El sobrenombre “Crisóstomo” aparece por primera vez en la Constitución del papa Vigilio en el año 553. Es reconocido como el más grande predicador cristiano y doctor de la iglesia griega. Chrisostomos “boca de oro” llamado así debido a su elocuencia: chrysós, ‘oro’ y stomos, ‘boca’.

Contexto histórico

Crisóstomo nació en Antioquía, la segunda ciudad más importante del Imperio Romano de Oriente después de Constantinopla. En el siglo IV se produjeron varias disputas religiosas que perturbaron la paz del imperio. Antioquia padeció los conflictos entre maniqueos, gnósticos, arrianos, apolinaristas, judíos, paganos.

Niñez y educación

Su padre, Segundo, era un oficial de alto rango en el ejército sirio. Murió poco después del nacimiento de Juan, y Antusa, su mujer, se hizo cargo de sus dos hijos: Juan y una hermana mayor. Antusa era una mujer de inteligencia y carácter. Educó a su hijo en la piedad y lo envió a las mejores escuelas de Antioquía.

Crisóstomo fue alumno de Libanio, famoso orador y defensor del paganismo de Roma. Libanio quedó maravillado con la elocuencia de su discípulo y vaticinó para su pupilo una brillante carrera como estadista o legislador.

Encuentro con el obispo Melecio

Un encuentro con el obispo Melecio (367) resultó decisivo en la vida de Juan, quien comenzó a estudiar teología con Diodoro de Tarso (escuela de Antioquía) mientras mantenía un ascetismo extremo.

Crisóstomo estudió las Sagradas Escrituras y escuchó los sermones de Melecio con gran devoción. Tres años después recibió el Bautismo y fue ordenado lector.

Atraído por el deseo de una vida más perfecta entró en una de las sociedades ascéticas bajo la dirección espiritual de Carterio y Diodoro, que sería obispo de Tarso. La oración, el trabajo manual y el estudio de las Escrituras eran sus ocupaciones. Sus primeros escritos tratan temas de ascetismo y monaquismo.

Cuatro años después, Crisóstomo decidió irse a vivir a una de las cuevas cercanas a Antioquía como anacoreta. Allí estuvo dos años, pero su salud se deterioró y tuvo que regresar a Antioquia, donde continuó su oficio de lector en la Iglesia.

Diácono (381) y sacerdote (386)

A comienzos de 381, fue ordenado diácono por Melecio antes de que se desplazara a Constantinopla para presidir del II Concilio Ecuménico. Allí le sorprendió la muerte al obispo Melecio. Su sucesor fue san Flaviano, a quien Crisóstomo asistió como diácono en las funciones litúrgicas, cuidó a enfermos y pobres, y enseñó a los catecúmenos.

Un hecho curioso de la vida de Juan es su huida para no ser ordenado sacerdote, a lo cual debemos su tratado Sobre el Sacerdocio. Crisóstomo fue ordenado sacerdote por san Flaviano en el 386. Su principal tarea durante los siguientes doce años fue la de predicar. La prédica usual de Crisóstomo consistía en explicaciones de las Escrituras.

En la Pascua de 387 mostró la eficacia de su oratoria con sus sermones “Sobre las Estatuas”. El pueblo de Antioquia, enfadado por la recaudación de nuevos impuestos, había volteado las estatuas del emperador Teodosio. Crisóstomo ofreció veinte sermones consoladores y exhortativos, hasta que el obispo Flaviano trajo desde Constantinopla el perdón del emperador.

OBISPO DE CONSTANTINOPLA (398)

Crisóstomo debía ser el sucesor de Flaviano en Antioquia pero el 27 de septiembre de 397 murió Nectario, Obispo de Constantinopla. Había rivalidad en la capital por la sede vacante. El emperador Arcadio, por sugerencia de su ministro Eutropio, llamó a Juan Crisóstomo a Constantinopla. Crisóstomo fue ordenado Obispo de Constantinopla el 26 de Febrero de 398 en una gran asamblea de obispos, por Teófilo, Patriarca de Alejandría, quien había sido obligado a renunciar a su propio candidato.

Reformas de Crisóstomo

La nueva posición de Crisóstomo no era fácil pero Constantinopla comenzó a sentir el impulso de una nueva vida eclesiástica. La necesidad de reforma era innegable. Crisóstomo comenzó “barriendo las escaleras desde arriba”:

Reformas en la casa episcopal:

- Ordenó reducir los gastos del mantenimiento de la sede episcopal.
- Puso fin a los frecuentes banquetes
- Vivió con la sencillez que había cultivado como sacerdote y monje.
- Construyó un hospital con el dinero ahorrado de sus gastos domésticos.

Reformas en el clero:

Con relación al clero, prohibió en las casas del clero a las mujeres que habían hecho votos de virginidad y atendían a los sacerdotes. También procedió contra quienes, por avaricia o lujuria, habían producido escándalo.

Reformas en los monjes:

A los monjes, muy numerosos en Constantinopla, los confinó en sus monasterios, sobre todo a quienes preferían vagar sin disciplina ni rumbo.

Reformas en los laicos consagrados:

También reformó a las viudas consagradas. Algunas vivían de manera mundana. Las obligó a casarse nuevamente o a observar las reglas exigidas por su estado.

Constantinopla, capital de la caridad cristiana en el Oriente:

Crisóstomo predicó contra las extravagancias y las vanidades de los ricos. Las clases altas de Constantinopla no estaban acostumbradas a su lenguaje pero el pueblo apreciaba sus sermones y lo aplaudían en la iglesia.

Organizó la ayuda a los necesitados. Se establecieron refugios para los pobres, horfanatos, hospitales. En adelante, Constantinopla sirvió de modelo para la organización de ayudas en otras ciudades.

Uno de los recursos de Crisóstomo fue el mover los corazones de las damas y los caballeros de la alta nobleza. La palabra de Crisóstomo movió, entre otros, al prefecto de la ciudad, Nebridius, que dedicó el sueldo de un año entero a ayudar a los pobres. Más generosa fue su esposa Olympias, quien al enviudar dedicó su inmensa fortuna a los monasterios y hospitales. Su aspiración desde entonces fue socorrer a los presos, desterrados, pobres y a todo el que sufría alguna clase de necesidad.

Intrigas entre la nobleza:

En la Corte estaba Brison, primer acompañante de la emperatriz Eudoxia, quien también se hizo amiga de Crisóstomo. Sin embargo, esta amistad no duró mucho. Eutropio, ministro y cónsul, abusó de su influencia y persiguió a sus adversarios privando a algunas personas ricas de sus propiedades. Crisóstomo le advertió de los resultados de sus propios actos. Entonces, la emperatriz Eudoxia fue indispuesta contra Crisóstomo. Ella misma cometió una injusticia privando a una viuda de su viñedo. Crisóstomo intercedió por la viuda, ofendiendo a la emperatriz. Desde entonces la rivalidad entre la corte imperial y el palacio episcopal era evidente. Este período comenzó alrededor del año 401.

En el 399, Eutropio cayó en desgracia y huyó a la iglesia. Él mismo había intentado abolir la inmunidad del asilo eclesiástico y la gente estaba en contra suya. Crisóstomo calmó los ánimos con su famoso Sermón sobre Eutropio. El ministro caído en desgracia se salvó por el momento, pero intentó de escapar durante la noche y fue capturado y exiliado.

Inmediatamente ocurrió otro suceso más peligroso: Gainas, uno de los generales imperiales, fue enviado a someter a Tribigild. Pero en el verano de 399 Gainas se alió con Tribigild y para restaurar la paz el emperador Arcadio tuvo que someterse a humillantes condiciones. Gainas fue nombrado comandante en jefe del ejército imperial. Le tuvieron que ser entregados Aureliano y Saturnino, dos hombres de alto rango en Constantinopla. Crisóstomo aceptó una misión ante Gainas que se saldó con la liberación de Aureliano y Saturnino.

La autoridad de Crisóstomo se había fortalecido por la firmeza de carácter que había demostrado en estos conflictos. Sin embargo, aumentaron los celos contra él. La emperatriz Eudoxia y sus cortesanos estaban al frente de este grupo. Se les unieron entonces algunos obispos provinciales: Severiano de Gabala, Antíoco de Ptolemais y Acacio de Beroea, quienes preferían las atracciones de la capital a residir en sus diócesis.

En el primer mes de 401, Crisóstomo fue a Éfeso, donde designó un nuevo arzobispo y con el consentimiento de la asamblea de obispos depuso a seis obispos por simonía. Mientras tanto habían ocurrido en Constantinopla desagradables sucesos. El obispo Severiano había entrado en abierta enemistad con Serapión, archidiácono y oeconomus de la catedral y del palacio episcopal. Crisóstomo invitó a Severiano a regresar a su propia sede pero la reconciliación que siguió no fue sincera, al menos de parte de Severiano.

Teófilo, Patriarca de Alejandría, hacia el fin del año 402 fue convocado por el emperador para disculparse ante el sínodo de Constantinopla que presidía Crisóstomo por varios cargos que habían sido presentados en su contra por monjes egipcios. El patriarca los había perseguido por origenistas. Teófilo tenía agentes y amigos en Constantinopla y conocía el estado de las cosas en la corte.

En ese tiempo Crisóstomo pronunció un sermón contra la vana lujuria de la mujer. La emperatriz Eudoxia se lo tomó como si ella fuera la aludida. El terreno estaba preparado. Teófilo apareció en Constantinopla en Junio de 403 con veintinueve de sus obispos sufragantes, con una buena cantidad de dinero y todo tipo de regalos. Tomó alojamiento en uno de los palacios imperiales y se entrevistó con los adversarios de Crisóstomo.

Una lista de ridículas acusaciones fueron vertidas contra Crisóstomo, quien con cuarenta y dos obispos reunidos para juzgar a Teófilo de acuerdo con las órdenes de emperador Arcadio, fue convocado a presentarse él mismo y disculparse. Crisóstomo rehusó reconocer la legalidad del sínodo.

Tras ser citado tres veces y con el consentimiento del emperador, Crisóstomo fue depuesto de su sede. Para evitar derramamiento de sangre, se rindió a los soldados que lo esperaban. Las amenazas del pueblo en rebelión atemorizaron a la emperatriz y temiendo algún castigo del cielo por el exilio de Crisóstomo ordenó su restauración. Crisóstomo entró en la capital ante el regocijo del pueblo y Teófilo y sus partidarios huyeron de Constantinopla. El retorno de Crisóstomo fue una derrota para Eudoxia y revivió su rencor.

Dos meses después, una estatua de plata de la emperatriz fue descubierta en la plaza frente a la catedral. Las celebraciones, que duraron varios días, molestaron los oficios en la iglesia. Crisóstomo se quejó al prefecto de la ciudad, quien informó a Eudoxia que el obispo se había quejado de su estatua. Esto bastó para que la emperatriz llamara a Teófilo y a los otros obispos para que depusieran a Crisóstomo nuevamente. Sin embargo, Teófilo no deseaba correr el mismo riesgo por una segunda vez y escribió a Constantinopla que Crisóstomo debía ser condenado por haber reentrado a su sede en oposición a un artículo del Sínodo de Antioquía mantenido en el año 341 (un sínodo Arriano).

Los demás obispos no tenían ni la autoridad ni el coraje para enjuiciarle pero urgieron al emperador a que firmara un nuevo decreto de exilio. Un doble atentado contra la vida de Crisóstomo fracasó. En Vísperas de Pascua de 404, cuando todos los catecúmenos iban a recibir el bautismo, los soldados imperiales entraron en el baptisterio y dispersaron a la congregación. Arcadio firmó el decreto y el 24 de junio de 404 los soldados condujeron a Crisóstomo al exilio.

Exilio y muerte

Al salir de Constantinopla, una explosión destruyó la catedral, el senado y otros edificios por lo que los seguidores de Crisóstomo fueron acusados del crimen y perseguidos. Arsacio, un anciano, fue designado sucesor de Crisóstomo pero pronto le sucedió Ático. Los oponentes del nuevo obispo eran castigados con la confiscación de su propiedad y el exilio.

Crisóstomo fue exiliado a Cucuso, en la frontera este de Armenia. Mantenía correspondencia con sus amigos y no abandonó la esperanza de volver a Constantinopla. Cuando se supo de su exilio en occidente, el Papa y los obispos italianos se declararon en su favor. El emperador Honorio y el papa Inocencio I convocaron un nuevo sínodo pero sus delegados fueron apresados y enviados a casa. Las esperanzas de Crisóstomo se desvanecieron.

En el verano de 407 se dio la orden de llevarlo a Pithyo, un lugar en la frontera del imperio cerca del Cáucaso. Fue forzado a hacer largas marchas expuesto al sol, a las lluvias y el frío de las noches. Su cuerpo, debilitado por las enfermedades, se resintió. El 14 de septiembre el grupo estaba en Comana en Ponto. Crisóstomo había pedido descansar pero fue forzado a continuar su marcha. Pronto se sintió tan débil que tuvieron que volver a Comana. Algunas horas después Crisóstomo murió. Sus últimas palabras fueron: "Doxa to theo panton eneken" ("Gloria a Dios por todas las cosas").

Fue enterrado en Comana. El 27 de enero de 438, su cuerpo fue trasladado a Constantinopla con gran pompa y puesto en una tumba en la iglesia de los apóstoles donde Eudoxia había sido enterrada en el año 404.

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