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sábado, 8 de octubre de 2022

Sanación y conversión, por Julio González, S.F.




Comentario por Julio González, SF

Las lecturas de este domingo aceptan una gran variedad de comentarios, sin embargo, los "signos de los tiempos" nos muestran que la mejor interpretación de la curación de Naamán, el sirio, y de los diez leprosos, es la que Jesús hizo ante un pueblo que le pedía pruebas de su mesianismo (Lc 4,16-30): nuestro Dios sana también al extranjero, al que no es como nosotros, y esto incomoda a muchos.

Un sirio y un samaritano

Jesús no utilizó este episodio del Segundo libro de los Reyes para que su pueblo fuera crítico y orgulloso frente a otros pueblos y culturas. Algunos creyentes utilizan la palabra de Dios para juzgar a los demás, confirmándose ellos en sus creencias y tradiciones; en cambio, Jesús retoma estas historias para que su pueblo se convierta. En este caso, pone como receptores de la gracia de Dios a unas personas, un sirio y un samaritano, que muchos judíos despreciaban.

Los sacerdotes

Jesús envía a los leprosos a los sacerdotes. ¿Por qué? Los sacerdotes tenían autoridad para juzgar si una persona estaba enferma o sana y, por lo tanto, podían poner fin a la exclusión en la que vivían los leprosos.

De camino quedan sanados; entonces, ¿hace falta que se presenten a los sacerdotes? Sí. Los sacerdotes todavía deben decidir su reinserción en la sociedad, pero el acto de servicio (la sanación) ya se ha realizado. Vemos, pues, que la autoridad de los sacerdotes y la autoridad de Jesús es diferente.

"Dar gloria a Dios"

Solamente uno de los diez leprosos vuelve para agradecer a Jesús el bien que le ha hecho. "Alabar a Dios", "dar gloria a Dios" (según las traducciones empleadas) describen un sentimiento mucho más profundo y determinante que "estar agradecido".

Cuando el médico nos prescribe una medicina que nos cura, le estamos agradecidos porque nuestra vida vuelve a ser como antes de que sufriéramos la enfermedad; sin embargo, "dar gloria a Dios" significa que se ha producido un cambio no solamente en el cuerpo de la persona sino también en sus emociones y espiritualidad, es decir, en su vida.

"Levántate, tu fe te ha sanado"

El episodio termina de una manera que sorprende a muchos y despierta nuevos interrogantes: "Levántate, tu fe te ha sanado". Esa fe, según los fariseos y escribas, no es la fe de un israelita sino la fe de un samaritano... ¿Jesús alaba la fe del samaritano?

En realidad, Jesús muestra a su pueblo que un samaritano ha vuelto para "dar gloria a Dios" mientras que los otros nueve sanados están más comprometidos con las estructuras y el sistema de su pueblo: un sistema excluyente y xenófobo.

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