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lunes, 31 de mayo de 2010

Familia: Iglesia domestica

En 1993, cuando Lisa Sowle Cahill presidía de la Sociedad de Teología Católica de America (Catholic Theological Society of America, CTSA), recibió una carta del presidente del Comité sobre el Matrimonio y la Familia  de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (United States Catholic Bishops' Committee on Marriage and Family), Cardenal Joseph Bernardin. En su carta, Card. Bernardin, pedía que estudiaran a fondo el concepto de familia como iglesia doméstica.

El debate de la familia

Una realidad que debe examinarse es que ni la familia ni otras instituciones, cuya finalidad es preparar a la personas para la vida en común, necesariamente sirven al bien común y la inclusión. La familia es donde la mayoría de la personas aprenden a convivir, la empatía y el sacrificio. Sin embargo, las familias no suelen expandir estas virtudes mas allá de su circulo privado familiar, o de otras familias que pertenecen a su mismo circulo socio-económico. La realidad es que todas las instituciones y grupos sociales muestran una tendencia a corromperse debido a sus intereses privados y a su deseo de controlar a los otros.

Los valores familiares pueden consistir en mantener la identidad de familia (como valor en si misma), lo cual para los primeros cristianos era muy sospechoso, sino condenable (=familia clan). La familia tradicional en la antiguedad exigía una fidelidad absoluta y, en contrapartida, aseguraba el status y las ventajas de sus miembros en la sociedad. Los cristianos, por su parte, forman un nueva comunidad de creyentes en Cristo. Se trata de una nueva familia que transforma el modo de entender el poder y el uso de los recursos.

Del latin familia, esta palabra hace referencia a todos los miembros de una casa bajo la autoridad del pater familias: matrimonios e hijos, esclavos, parientes solteros, y otros trabajadores de la propiedad. La autoridad del pater familiar era absoluta, gobernando la casa (domus) con afecto y prudencia.

La conexión entre prestigio, status social, honor... y la familia, era muy fuerte en el Mediterráneo. El honor y la verguenza no eran virtudes individuales sino de clan. Este honor (del clan) determinaba con quién se hacía negocio, en qué funciones sociales se podía participar, con quién se casaban, e incluso qué roles religiosos podían asumir.

En una sociedad donde el consumo todavía no existía, la casa era el lugar de trabajo, donde se hacía negocio y se protegían los intereses particulares o familiares; también era el lugar donde se ofrecía hospitalidad y albergue. Ahora podemos entender mejor por qué el apóstol Pablo dice que "el casado está ansioso por las cosas de este mundo y agradar a la esposa", (1Cor 7:32-34); y, también, por qué la escuela de los Cínicos decia que "renunciando a una familia particular, el Cínico acoge a toda la humanidad como a sus hijos y hermanos".

Durante generaciones, la familia ha servido de nexo entre relaciones sociales desiguales ayudando a mantener estructuras de procedencia y subyugación.

Jesus y las familias

La predicacion de Jesus sobre el reino de Dios no excluye a los que han sido "deshonrados" (pecadores, prostitutas, recaudadores de impuestos, esclavos, gentiles, etc.); de hecho, a menudo parece que su mensaje este dirigido a ellos, lo cual no dejaba de ser escandaloso. Las Bienaventuranzas re-definen el significado del honor y la verguenza. Ademas, Jesus invita a "dar sin esperar nada a cambio" (Mateo 5:38-48). Esto era un ataque frontal a las normas sociales: identificacion de una persona con una familia, fidelidad a un patriarca, antagonismo con otras familias...

En ocasiones, Jesús parece indicar que los lazos (ataduras) familiares son incompatibles con la llamada a seguirle. Un Jesús adolescente pone en tensión las ataduras familiares cuando se separa de la familia y es encontrado en el templo (Lucas 2:41-51).

Seguir a Jesus supone la división de un tipo de familia (Marcos 14:12; Mateo 10:21,34-36; Lucas 12:51-53; Lucas 14:25-26). La fidelidad al grupo, familia o comunidad, preservando el propio status hasta el punto de ignorar otros grupos, familias o comunidades, es incompatible con una vida de servicio, compasión y misericordia hacia el prójimo.

Jesús utiliza los lazos familiares para transformar las estructuras sociales de poder y exclusión. En la parábola del Hijo Prodigo, Dios es como un padre que espera y perdona al hijo que trajo la verguenza a su familia. Jesús es compasivo hacia los padres que piden la recuperación del hijo o hija enfermo, moribundo o que ya ha muerto. Jesús muestra su misericordia por los niños (lease tambien hijos) que no han acumulado ningún derecho o merito; por eso, "quien recibe a uno de estos (niños), me recibe a mí" y "si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos".

Conflictos

El primer movimiento misionero cristiano lleva consigo radicales implicaciones sociales porque separaba a sus miembros de las obligaciones que los ligaba a la casa patriarcal. Esto era ofensivo para la sociedad y el orden político, ya que la casa patriarcal era la célula básica de la organización del estado: si solo Dios es Padre (Mateo 23:9), entonces la autoridad y el poder del pater familias quedaban muy disminuidas; "Mis hermanos y madre son los que cumplen la voluntad de Dios" (Marcos 3:34-35; Lucas 8:19-21; Mateo 12:46-50).

Los seguidores de Jesús relativizan la fidelidad que se debe a la familia de procedencia, entendiéndose la familia de procedencia como una familia unida por ataduras de dependencia, influencia y poder, con una identidad excluyente y solidaria con unos pocos. La nueva alianza que propone el evangelio está abierta a los gentiles! Recibir el bautismo suponía desafiar la manera tradicional de estructurar y regular el ordenamiento social y familiar ya que la nueva familia cristiana era una comunidad inclusiva que albergaba miembros de muy diferentes estratos sociales. El movimiento cristiano se introdujo como un intruso contra-cultural en la sociedad de la familia patriarcal.

La identidad cristiana se basa en la fe y el compromiso de la persona, mientras que en la cultura greco-romana y judía del siglo I, uno pertenecía a una comunidad religiosa en virtud de su nacimiento y familia de procedencia.

Para la mujer, la fe y el compromiso cristianos tuvieron unas repercusiones inmensas. La mujer cristiana escucha y cree en Jesús por derecho propio. El matrimonio y traer hijos al mundo deja de ser obligatorio para la mujer cristiana. La opción de la virginidad consagrada para ambos, hombres y mujeres, era una manera de acceder a un nuevo status y santidad fuera de las responsabilidades familiares.

Ciertamente, los Padres de Iglesia de los primeros cuatro siglos otorgaron poca atención a la familia en comparación con el numero de tratados que dedicaron a la virginidad y a la continencia.

"Family, A Christian Social Perspective"
by Lisa Sowle Cahill
Profesora de Teologia en la Universidad Catolica de Boston.
Minneapolis 2000.

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