martes, 1 de mayo de 2018

Juan 14,21-26: Curiosidad buena y curiosidad mala

Juan 14,21-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?" Respondió Jesús y le dijo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho."

— Comentario del papa Francisco
«Curiosidad buena» y «curiosidad mala»:
el Papa explica la importancia de saber diferenciarlas bien

El Papa Francisco centró su homilía en explicar las diferencias que existen entre la curiosidad buena y mala, algo que según él, es muy importante, pues “nuestra vida está llena de curiosidad”.

La “curiosidad buena” es como la de los niños que se encuentran en la edad del “por qué”. Según el Papa, es preguntarse buscando una explicación y esta curiosidad buena da al cristianos “más autonomía”.

Sin embargo, la “curiosidad mala” es la de las habladurías y los “chismes”. En este caso, consiste en querer “husmear en la vida de los demás”. En estos casos, advirtió, la tentación se da durante toda la vida.

Esta mala curiosidad se alimenta hoy más debido a internet. “En el mundo virtual, cono los teléfonos y otras herramientas…, los niños van ahí y tienen curiosidad por ver y encuentran muchas cosas malas. No hay una disciplina en esa curiosidad. Debemos ayudar a los chicos a vivir en este mundo, para que el deseo de saber no sea deseo de curiosidad y terminen prisioneros de esa curiosidad”, explicó.

Muy distinta era la curiosidad de los apóstoles que quieren saber lo que sucederá y Jesús responde con certezas. Les señala que “la certeza se la dará el Espíritu Santo. No es que venga el Espíritu Santo con un paquete de certezas. En la medida en que entremos en la vida y pidamos al Espíritu Santo y abramos el corazón, Él nos dará la certeza para ese momento, la respuesta para ese momento”.

“El Espíritu Santo es el compañero, acompaña la vida del cristiano”, destacó. “Pidamos al Señor hoy dos cosas: la primera es que nos purifique en el aceptar la curiosidad y que sepamos discernir: esto no debo verlo, esto no debo pedirlo… Y la segunda gracia, que abramos el corazón al Espíritu Santo porque Él es la certeza, nos da la certeza, como compañero del camino, de las cosas que Jesús nos ha enseñado y que nos recuerda”.

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